sábado, 23 de noviembre de 2013

Supuesto final.


No se merecía esto. Él no merecía este final. La historia que protagonizó tendría que haber acabado de otra manera. Yo jamás quise que esto terminara de forma tan amarga, jamás deseé que su cuerpo cayera por mí.
Recuerdo las últimas palabras que le dije: "Veo en tus ojos cómo nace el otoño." Él sólo asintió con una media sonrisa y bajó la mirada entristecido. En aquel momento hubiera deseado acariciarle la mejilla, enredar mis dedos en su pelo y susurrarle que todo saldría bien. Pero no lo hice, le hubiera mentido. Sabíamos que nada iba a salir bien, él sabía que nada iba a salir bien. En lugar de eso, le tomé la mano y miré al cielo con ganas de tener esperanza. Él sabía que no la tenía, pero me apretó la mano y la soltó. Luego se fue. No le volví a ver.
No se merecía lo que le pasó. Estoy segura de que vosotros pensáis como yo. Nadie merece un final así, pero supongo que en realidad, nadie merece un final, un final a secas. Quiero decir, es fácil asumir que la muerte nos llega a todos, pero no es fácil comprenderlo. Lo asumes porque has de hacerlo, es simple: naces, quizás vives y más tarde, mueres. Pero no creo que nadie lo comprenda del todo, nadie empatiza con la muerte. Jamás ocurre. No está en nuestra naturaleza comprender algo tan extraño como que la muerte acaba con lo que nosotros no quisimos empezar. Si lo piensas bien, es hasta cruel. Me refiero, nadie elige nacer, pero aún así lo haces, y todavía es más, pues asumes que debes vivir y vives. Pasas años viviendo algo que no elegiste y cuando te acostumbras, llega una negra figura y te lo arrebata. Sin más, como si le importara una mierda todo lo que conseguiste, como si el mundo entero fuera ajeno a tu vivencia personal y todo lo que ello conlleva. 
Creo que es cierto, nadie merece un final. Yo me niego a que mi vida llegue a un final, no quiero simplificarme tanto y quedar reducida a cenizas sin más. Juro que no lo haré. Yo quiero que mi vida tenga una trascendencia importante en los demás, que mi supuesto final sirva para que todos los demás también sean supuestos. Perduraré en el recuerdo de los que me han querido y quiero. Y serán mis letras las que hagan el resto. Perduraré en los torpes versos que creo y en las pocas prosas que poseen sentido. Mi final sólo llegará cuando mis palabras sean quemadas, y ni siquiera así, pues mis palabras quedarán en las mentes y, confío, en los corazones de todos aquellos que las leyeron. 
Sin embargo, él no quedará registrado en la eternidad por sus palabras, sino por las mías. Cada una de ellas guardan un pedacito de él, cada sílaba late y se agita como imagino que lo haría su pecho en los últimos alientos.
No se merecía esto, nadie se lo merece. Jamás deseé que su cuerpo cayera por mí. Aunque, si tuviera que elegir mi supuesto final, seria exactamente el que él eligió. Nada más bello que poner punto y final por amor.


sábado, 19 de octubre de 2013

Hacernos felices rompiéndonos por dentro.

Éramos dos soledades entrelazadas por el gris de los días lluviosos de Asturias. Éramos eso, nada más que gotas de rocío bañando las mejillas sonrosadas de las tardes de domingo. Éramos, en definitiva, imposibles. El destino no nos quiso poner de la mano, pero sí nos agarró del corazón con una de esas uniones confusas entre lo fraterno y lo amoroso que tanto duelen. Tú lo sabías, lo nuestro no era nada más que un tú y un yo tímidos que jamás se fundirían en uno solo. Era algo simple y fácil de entender para nuestras cabezas, pero no creo que fuera así de sencillo para nuestro corazón. Al menos no para el mío, que todavía se cree el cuento de que todo vale en el amor. Y el pobre no comprende que para hablar de amor, primero hay que asegurarse contra la decepción, proveerse de armaduras contra la tristeza e intentar llorar bajito para no ahuyentar a Cupido.

De todos modos, hemos luchado a nuestra manera contra el destino. A pesar de su dictadura no nos hemos negado los abrazos que necesitábamos, los besos prudentes llenos de amor contenido, las caricias y las medias sonrisas. Ni siquiera nos hemos resistido a mirarnos con deseo y ternura en las ocasiones menos adecuadas. Es nuestra peculiar manera de hacernos felices rompiéndonos por dentro. Nuestra extraña manera de dar sentido al carpe diem, sin que éste encuentre su esencia real. Y entiendo a Sabina cuando cantaba con amargura: 

"Un dios triste y envidioso 
nos castigó por trepar juntos el árbol 
y atracarnos con la flor de la pasión, 
por probar aquel sabor..." 

Pues me siento encarcelada por algún capricho divino al no poder correr hacia ti y besarte en los labios. Me siento atrapada por el tiempo que paso soñándote y escribiendo tus iniciales en todos lados, como si de esa manera pudiera sentir cerca tu piel. No creía en los amores malditos hasta el día en que me enamoré de ti. Hasta el feliz día que en mi mente apareciste y amueblaste mi cabeza a tu gusto, rompiendo cómo sólo tú sabes todos mis esquemas. No creía, no, en eso del amor imposible. Y ahora me destroza por dentro.

Sin embargo, a mi favor y en contra del capricho celestial, diré que quizás tú y yo jamás seamos un nosotros, pero no nos privaremos de regalarnos la alegría que nos producimos el uno al otro, aunque eso nos acabe destruyendo.



"[...]Recuerdo una anécdota en apariencia trivial pero con mucha carga de profundidad; vamos, de abrigo. Hace algún tiempo llevé unos guantes asimétricos que pertenecían a la mano derecha e izquierda de sendos pares extraviados. Reconozco haber lucido alegre esa cromática y vistosa disparidad. No formaban pareja, es cierto, pero quitaban el frío."

Javier Almuzara - Catálogo de asombros. (2012)


martes, 1 de octubre de 2013

Si lo sientes, ven. Yo estaré ahí.

Déjate llorar, desbórdate por completo, vacíate. Apoya tu cabeza en mi hombro, deja que las lágrimas caigan, resbalen y te limpien las mejillas. Húndete en mí, abrázame fuerte. Estaré aquí. No me moveré, acércate a mí y deja volar libre a tu tristeza. Deja que te engulla esa melancolía, ese deseo de desaparecer, de caer y caer hasta tocar fondo. Deja que lo haga, porque al final del pozo estaré yo. Deja que lo haga porque no correrás peligro, yo estaré allí. Te atraparé en mis brazos y te sostendré. Yo te salvaré de la caída.

Si sientes la necesidad de acabar con todo.
Si sientes a las carcajadas amargas salir por tu garganta.
Si sientes que estás solo, que en este camino tan transitado nadie te ofrece la mano.
Si lo sientes, ven. Yo estaré ahí. 
Cerca de ti.

Deja que tu cuerpo se encoja. Deja a tu labio inferior temblar, que tu piel palidezca y que tus ojos se enrojezcan. Deja al nudo de tu garganta crecer, deja que te falle la voz. Permite a tu corazón sentir esa desgarradora sensación de soledad, de gris nostalgia naciendo del más terrible de los miedos. No quieras dejar de sufrir así. Déjate llevar, siente lo que tengas que sentir. Date un respiro y permítete tener un día negro, un lunes manchado de sangre. 

Si sientes la necesidad de acabar con todo.
Si sientes a las carcajadas amargas salir por tu garganta.
Si sientes que estás solo, que en este camino tan transitado nadie te ofrece la mano.
Si lo sientes, ven. Yo estaré ahí. 
Cerca de ti.

Y cuando todo haya terminado y la noche aceche en tu ventana, mírame. Cuando sientas un alivio extraño en tu interior búscame con tus llorosos ojos, porque yo estaré ahí. Incluso cuando creas que la luna es la única que te acompaña. Incluso cuando no veas nada más que una profunda oscuridad.
Recuerda que somos grandes. Recuerda que somos eternos, y que esta tristeza no lo es. Recuerda cómo cruzamos bosques llenos de maleza. Recuerda cómo corrimos contra la dirección del viento, cómo escapamos de las garras del conformismo, cómo nos desasimos de las mandíbulas del tiempo. Recuerda lo que vivimos, recuérdanos luchando contra todo lo que nos hizo daño.

Y cuando sientas la necesidad de acabar con todo.
Y cuando sientas a las carcajadas amargas salir por tu garganta.
Y cuando sientas que estás solo, que en este camino tan transitado nadie te ofrece la mano.
Cuando lo sientas, ven. Yo estaré ahí. 
Cerca de ti.

Zoom into me - Tokio Hotel.

Quizás necesitases unas palabras que te abrazaran, unas palabras de apoyo.
Si es tu caso, te las regalo. 
Y si conoces a alguien que las necesite, ¿por qué no regalárselas?
Te invito a ello.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Nuestro último verano.

Para ti: 

Creo que no te lo había dicho, pero cuando era un niña soñaba con casarme con un chico rubio de ojos verdes. Cuando mis padres me preguntaban, bromeando, cómo quería que fuera mi novio siempre contestaba que me daba igual, siempre y cuando fuera rubio y de ojos verdes. Es una tontería, ya lo sé, pero tenía ganas de contártelo... esto y otras muchas cosas que el tiempo no me permitió.

Ya he llegado a casa. El viaje no se me ha hecho largo, pero creo que estos próximos meses se me harán eternos... Aquí las cosas no han cambiado, y el verano hace días que terminó. El cielo se nubló, el viento se levantó y las primeras gotas ya mojaron las calles... ya sabes, el clima aquí no es como allí. Aquí no se respira esa alegría, esa libertad contagiosa y esas ganas de ser felices. Aquí reina el gris, no te gustaría.

Mañana empiezo las clases de nuevo y parece como si nada hubiera cambiado. Me siento tan parecida a aquella chica que conociste en Junio, esa chica que se convirtió en una completa desconocida para mí a medida que pasaban los días contigo y que, ahora, quiere regresar para ocupar su (tu) lugar. Tengo la extraña sensación de que no ha pasado nada en estos meses, que ayer estaba estudiando para un examen y que acudí a clase como cualquier otro día. Es como si todo volviera a empezar y nadie me preguntara qué es lo que quiero empezar. Es extraño, no importa que no lo entiendas...

Deshice las maletas y guardé toda la ropa de verano en un cajón. Parece mentira que ayer vistiera esas ropas tan ligeras y coloridas. Ahora miro mi armario, mi ropa de otoño y pienso en lo incómoda y rara que me sentiré con esas mangas largas y colores oscuros. Si tú me vieras con ellas no me reconocerías, créeme. Quizás ni siquiera yo me reconozca.

He estado pensando durante el viaje, pensando en ti, en ese nosotros en el que nos convertimos. Sé que te lo prometí, sé que te prometí no vivir en el pasado, no querer vivir de recuerdos. Nos prometimos recordarnos, sí, pero sin echarnos de menos. Y... y me gustaría saber si tú lo estás consiguiendo porque yo no soy capaz.

No puedo evitar sonreír cada vez que apareces en mi mente. No puedo evitar rememorar cada momento a la perfección, revivirlo, sentirlo. Nunca me creí capaz de formar parte de algo tan bonito, tan real. Ya lo sabes, ya sabes cómo era, cómo soy. Lo mucho que te quise, lo mucho que este verano aprendí de la felicidad. Y todo a tu lado.
Puedo sentir tus cabellos rubios entre mis dedos, tus ojos verdes, extraños, hermosos en los míos. Puedo oír tu risa suave antes de besarme. Esa mirada traviesa antes de cogerme en brazos y echar a correr, protagonizando así los secuestros más dulces de la historia. Y tus dedos acariciando mis mejillas antes de dormir, tu respiración rítmica y los latidos de tu corazón acompañados del sonido del mar. Esa sonrisa que lo despertó todo, que lo cambió y lo convirtió en magia. Esa sonrisa tan tierna y única que consiguió lo que nada ni nadie había conseguido jamás. 

Pero ya es otoño y atrás quedaron los atardeceres en la playa, los baños al caer la noche, las mañanas agarrada a tu mano. Ya no habrá más amaneceres entre tus brazos, ni más sonrisas atrapadas en las sábanas de tu cama.
Ya es otoño y como tú dijiste deberemos enterrar esos días entre las hojas secas, y sacarlos de vez en cuando, pero sólo para sonreír. 

Me enseñaste tanto. Me enseñaste a creer en mí, a disfrutar del momento, a hacer lo que me dijera el corazón, a dejarme guiar por una mano amiga. Y ahora, ahora sin tu mano tengo miedo a caer. Me siento tan distinta sin ti. Me siento tan frágil, tan insegura. Esta vida no es la mía, no es la que yo quiero tener. 
Lo siento, pero te necesito aquí. No quiero que suene a tópico. No quiero que duela, pero lo hace. Este verano, estos recuerdos no se podrán borrar tan fácilmente. No podré volver a ser la misma de nuevo, me has cambiado y tengo miedo porque estás tan lejos que... que no sé si podré mantener esa promesa. 

Te echo tanto de menos que siento que algo se rompe en mí. 
Ojalá este verano no hubiera llegado a su fin. 
Ojalá leas esto y perdones el hecho de que no pueda dejar de pensar en ti.

Con infinito amor, 
La chica de tu verano.

 P.D: Estoy segura de que ese chico rubio de ojos verdes con el que soñaba de niña eres tú.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Let's run and hide.

Corramos pues, huyamos. ¿Qué necesidad hay de permanecer más tiempo rotos, con el corazón en llamas de furia? ¿Qué necesidad hay de esconderse bajo esta máscara? No hay nadie que nos lo pueda impedir, ya no. No hay ni una sola nube en el cielo que nos impida llegar al Sol. Créeme, créeme y huye conmigo. Hoy somos fuertes, hoy somos capaces de escapar y acabar con todo lo que un día nos hizo sufrir.

Corramos pues, huyamos. No quiero que la oscuridad reine más en nuestro interior, no quiero que estas lágrimas de madrugada, ni que estas dudas constantes nos impidan ser felices. Recuerdo aquellos días de espera, aquellas esperas eternas para encontrar algo que realmente mereciera la pena conseguir. Aquellas esperas por encontrar algo que nos hiciera sentir llenos, que nos hiciera sentir dichosos. Recuerdo cada verso soltero en busca de un nuevo amor con el que recuperar la ilusión. Y... y recuerdo cada noche de domingo trazando una fina línea entre la tristeza y la desesperación. "Me odio cada día más, ojalá algo cambiara ya."  Recuerdo cada maldita palabra escrita en el aire, cada sueño convertido en mentira de la manera más lamentable. Y todas las posibilidades de ser grandes quedaron reducidas a cenizas al derramar todas esas lágrimas llenas de desilusión, de desesperanza. Y todos los océanos que podríamos haber navegado nos quisieron engullir.

Corramos pues, huyamos. Escapemos del olvido al que estamos destinados y resignados. Escapemos de este incesante miedo al rechazo, de esta inseguridad continua que nos abraza y asfixia. ¡Escapemos del miedo a crecer y comenzar nuevos proyectos! Escapemos del constante miedo a no encajar en ningún puzzle, pues no hay ningún puzzle en el cual tengamos que encajar. No hay ninguna pieza a la que debamos amoldarnos, ningún papel en el que estén escritas las claves, las reglas de este juego que no tiene final (feliz).

Corramos pues, huyamos. Huyamos porque esta soledad no puede ser más fuerte que nosotros. Huyamos porque no queremos que las sombras nos tomen de la mano.

Corramos pues, huyamos, porque sabemos que podemos hacerlo. Porque sabemos que debemos hacerlo.

viernes, 23 de agosto de 2013

Todo el color negro del mundo en un corazón inocente.

Susurros que matan,
miradas que hieren y corazones latiendo,
doloridos, 
damnificados por el impecable aroma del olvido.
Y ese beso que rompió fronteras y desató el odio del mundo. 
Todo el color negro existente dormido en un corazón inocente.

La desintegración más limpia del cuerpo más puro.
El aullido ensordecedor de las alegrías moribundas.
El constante querer y no poder de los frustrados,
de los poetas, 
de los enamorados, 
...
de los humanos.

Escribir para no morir de pena.
Llorar por no querer bailar más.
Los vestidos de seda desgarrados, 
las sábanas sucias del sudor de un verano,
de un verano ya llegado a su fin.

Sufrir el cansancio de la felicidad.
Echar de menos la tristeza.
Regresar al lugar del crimen, 
y ver tu cuerpo sin vida en el suelo.
(Cosas que, aunque grises, te mantienen con vida)

Quizás ya no queden más noches, 
más camas en las que revolcarse, 
más daño que causar a la paz.

Quizás ya no le queden más velas blancas a Teseo,
ni más suicidios a Egeo.

Quizás no haya ya más guerras que firmar,
más pactos de los que arrepentirse, 
más drogas con las que buscar el camino.

No.
No hay más velas blancas para Teseo, 
ni más acantilados para Egeo.



viernes, 2 de agosto de 2013

Y perseguir así todo lo que nos fue arrebatado.


Esos hijos de puta, Mary. Esos hijos de puta nos han quitado todo lo que teníamos. Llegaron y nos lo arrebataron todo. Nos quitaron la casa, la cosecha. Uno de ellos sacó una pistola y mató a nuestro perro. Dime, Mary, dime qué derecho tienen. ¿Qué derecho tienen de acabar con la vida de una familia que ha trabajado, que se ha ganado el pan a base de esfuerzo y sudor? Ellos llegaron, llegaron con sus ropas nuevas y zapatos limpios y nos echaron de nuestra tierra sin más, sin dar explicaciones, sin darnos tiempo para despedirnos de nuestro hogar. Hemos trabajado, hemos luchado por comer cada día. Nuestros hijos merecen conocer la verdad, merecen crecer en un lugar digno. ¿Qué les diremos, Mary? ¿Qué les diremos, qué pensarán de nosotros? Apenas tenemos unos dólares y necesitamos comer. Ya no nos queda harina, ni maíz. ¿Cómo nos alimentaremos? ¿Cómo daremos de comer a toda la familia, a ocho bocas hambrientas que piden desesperadas un trozo de carne?
Debemos huir, hace tiempo que lo sé. Quizás con el viejo coche del abuelo podamos avanzar algunas millas y llegar a algún sitio que no esté controlado por estos hijos de puta. ¡Joder, Mary, ya sé que no quieres irte! ¿Piensas que alguien quiere? ¿Qué pretendes que hagamos? Ya has oído al de los tejanos limpios, debemos largarnos o nuestras vidas correrán la misma suerte que la de Max. Creo que algunas familias ya han empezado a irse. Hace tiempo que no veo a Bruce, quizás se haya ido con su familia. No vivía muy lejos de aquí. ¿Recuerdas? Tú ayudaste a su mujer con los niños cuando eras más joven, incluso un día nos fuimos juntos al baile. ¿Recuerdas cómo cantábamos Jacob's Ladder todos juntos y cómo bailábamos? Eran buena gente, Mary. Me entristece dejar todo esto de repente. Esta es nuestra tierra, nuestro hogar. Cada trozo de esta tierra fue trabajada por nosotros con increíble esfuerzo y dedicación. No es justo, Mary, no es justo. Tener que dejarlo todo así me rompe por dentro... Y pensar en los niños y sus ganas que tenían de probar los caramelos... No pueden, claro. Hasta que no encontremos trabajo lejos de aquí, no podrán probar los caramelos, Mary. 
Esta tierra, esta luz, este cielo y este viento nos dieron la felicidad hasta hace unos días. Si cierro los ojos se me vienen a la mente imágenes de los niños correteando por aquí junto a Max. Si cierro los ojos me imagino sosteniendo de nuevo el pico, trabajando la tierra que nos daba de comer. Y también el anochecer y el cantar canciones a la luz del fuego con el loco de Will contando historias de sus abuelos y de la guerra. ¿Qué habrá sido de él, Mary? Quizás también haya huido. Como huyó todo lo que amamos, como se esfuma ahora ante nuestros ojos nuestro hogar y nuestra ilusión por algo mejor. 
Debemos prepararlo todo, Mary. Mañana nosotros también debemos huir y perseguir así todo lo que nos fue arrebatado.

Inspirado en "Las uvas de la ira" de John Steinbeck. 1939.

"Entonces no importa. Entonces estaré en la oscuridad. Estaré en todas partes...donde quiera que mires.
En donde haya una pelea para que los hambrientos puedan comer, allí estaré.
Donde haya un policía pegándole a uno, allí estaré.
Si Casy sabía, por qué no, pues estaré en los gritos de la gente enfurecida y estaré en la risa de los niños cuando están hambrientos y saben que la cena está preparada. Y cuando nuestra gente coma los productos que ha cultivado y viva en las casas que ha construido, allí estaré. [...]"

Las uvas de la ira de John Steinbeck. (1939)

"Hijo, resiste."


Cuando era un niño, mi padre me dijo: "Hijo, resiste. Resistir es lo único que te mantendrá a salvo aquí cuando crezcas. Llegará un día en el que te des cuenta de que todo lo que te rodea es de color gris y que las sonrisas en las que tanto confiabas se apagan como una vela bajo una tormenta. Hijo, este es tu mundo y quizás empieces a odiarlo pronto, pero no lo desprecies demasiado, al fin y al cabo, es tuyo. Te rodearás de tristeza y desilusión, pero deberás resistir. Te engañarán, llorarás y no encontrarás tu lugar, pero deberás resistir. Y creerás que los que te rodean son felices, te lo harán creer. Ellos con sus ganas desesperadas de conseguir algo que no conocen siquiera te harán creer que son felices. No te lo creas demasiado rápido, hijo. Ellos, a pesar de sus risas guardarán las mismas inseguridades y miedos que tú guardas y guardarás. Y deberás de nuevo resistir cuando el mundo te aplaste con su rapidez y cuando el tiempo se te eche encima, te ahogue, cuando de repente te falte el aliento: deberás resistir, hijo, resistir es lo único que te salvará.
Sonreír, recordar, viajar y caminar, rodearte de familia, huir, coger trenes y perderse en ciudades desconocidas, leer, escuchar, comprender, respetar y amar tanto que te baile el alma...Esas, esas son las cosas que te harán resistir, que te convertirán en una persona fuerte y luchadora. No creas que el resistir y el luchar son consecuencias de haberte convertido en piedra, hijo. Cuando tu corazón sea capaz de asimilar y sentir todo tipo de emociones serás fuerte y para ello, mi niño, para ello debes vivir. Vive con emoción y ánimo, vive y entrégate al máximo, deja que te envuelvan y acaricien las ganas y el entusiasmo por probar cosas nuevas y por ser feliz. Hijo, resiste y no tengas miedo. O mejor, ten miedo y enfréntate a él."

domingo, 21 de julio de 2013

Con o sin ti.

Con o sin ti empezaré a bailar.
Dime si vendrás,
si me querrás alzar,
si de las mano me cogerás.

Con o sin ti comenzaré a correr.
Si quieres venir,
házmelo saber,
sólo bellos versos deberás escribir.

Con o sin ti,
con o sin ti empezará esta historia.
Con o sin ti,
con o sin ti...

Por siempre seremos jóvenes, por siempre nos quedará esta playa de versos frescos y lunas claras. Por siempre amaneceremos libres, llenos de energía y risas que compartir y regalar. Por siempre seremos los que hoy, en esta noche de verano, nos reflejamos en los ojos del otro. Sonríe y no pares jamás. Tus ojos son un portal hacia la felicidad, mi cuerpo un peregrino incansable en busca de alegría. Siempre seremos jóvenes, siempre nos quedarán estas letras con las que podremos respirar de nuevo esta juventud tan blanca y pura.
Sé eterno conmigo.


miércoles, 10 de julio de 2013

Love is strange.

Te recomiendo que escuches esto mientras lees:


Éramos niños o como ellos nos comportábamos. Éramos felices, alegres y jóvenes. Dilo una vez más, amor, dilo una vez más y contigo me largaré. Éramos tan pequeños y estábamos tan vivos que las flores renacían a nuestro paso. Nosotros convertimos a Febrero en pura primavera y robamos a Mayo sus días soleados para crear destellos de luz en nuestros ojos. ¡Nosotros, cariño, nosotros sorprendimos al amor rindiéndose y le dimos el último empujón! 
Eran días cálidos y bonitos de bailes y huidas a la playa. Eran días de risas y abrazos de cariño inocente y sonriente. Nuestro aroma reinaba en los campos y con él enamorábamos a los tristes y amargados hombres grises. Saltábamos y todo lo convertíamos en rosa y amarillo, azul y lila, naranja y rojo, blanco y turquesa. Jugábamos y reíamos mientras los demás, callados, observaban y reían por dentro; mientras los demás trataban de esconder las cascadas de felicidad que producíamos en su interior.  
Y llegaban las noches y nada era como lo habíamos planeado. Contemplábamos las estrellas en silencio y cada uno nos perdíamos en nuestros pensamientos. Ninguno esperaba que el amor nos ataría de esa manera tan mágica y extraña. Ninguno esperaba que fuéramos tan felices y dispares a la vez. 
Y viste en mi mirada la duda, viste en mis labios el temblor de la inseguridad y en mi rostro la palidez del miedo. Y susurraste con dulzura impropia en ti: Eres extraña. Eres especial, déjame prohibir al mundo que te cambie.

No quiero ni pensar en lo que hubiera pasado si no te hubiera dejado.

miércoles, 3 de julio de 2013

Álzate conmigo.

Nos alzaremos. Volaremos y en nuestros brazos encontraremos la razón por la cual estamos aquí. Surcaremos el cielo en busca de versos hechizados e inyectados en amor que curen nuestras ganas de vivir otra realidad. Encontraremos, entonces, esas palabras que nos salvarán la vida de nuevo, como aquella noche en la que fuimos eternos. Y, entonces, merecerán la pena todos los "siempre" y la magia invertida en ellos para que se convirtieran en promesas. Y, entonces, no nos sentiremos unos monstruos en un mundo de buenos, como siempre nos hicieron creer.
Ven, álzate conmigo, tú que no te encuentras entre tantas risas y tardes soleadas. Ven, álzate conmigo y demuéstrales la belleza que posee una lágrima. Ven, rápido, álzate conmigo y suspira en mis oídos, recorre con tus labios mi piel, acaricia mi pelo y agarra mis manos con ternura. No permitas que me sienta tan sola de nuevo, no permitas que estas inseguridades y gotas de lluvia calen tan profundo en mí como ayer hicieron.
Cúrame todas las despedidas, los compromisos imposibles y las madrugadas entre pensamientos grises. Cúrame las ganas de huir y de vivir en un mundo diferente, las ganas de embarcarme en una aventura mágica lejos de la mediocridad y comodidad a la que nos vemos sometidos. Cúrame todo, incluso aquellas heridas que no puedo ver y álzate conmigo. ¡Álzate conmigo y lucha contra todo lo que te hizo llorar y lo que te produce ese resquemor tan doloroso! ¡Álzate conmigo porque algún día estaremos lejos, volaremos alto y reiremos como ahora ellos ríen! Álzate conmigo, hazlo ahora y olvida que algún día fuimos como ellos.

Nos alzaremos. Volaremos. Álzate conmigo.


"-¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que comprendió?-preguntó el humano.
-Que sólo vuela el que se atreve a hacerlo-maulló Zorbas.
[...]"
Luis Sepúlveda, Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar.

domingo, 9 de junio de 2013

Pájaros muertos y enterrados en el corazón.

Aquella noche fue, sin duda, la noche más terrible de mi, hasta entonces, corta vida. 
Jamás me había sentido tan insignificante, triste y vacío como aquella noche en la que me robaron mi bien más preciado.

Yo sabía que ella era un amor imposible. Y también sabía que mi proyecto de vida era demasiado utópico e improbable de hacerse realidad. Yo, a pesar de lo que pensaran los que me rodeaban, sabía todo aquello. Era consciente de estas dificultades, pero, con la testarudez y la alegría propia del soñador, lograba levantarme cada mañana y sonreír. Lograba demostrar al mundo que realmente era feliz (aunque no lo fuera en el fondo) pues todos aquellos pájaros que poblaban mi cabeza me hacían despegar los pies del suelo y olvidar mi realidad, mi contexto en el poema del que formaba parte. Ay, recuerdo aquellas noches entre canciones de piano dulces y enfadadas, recuerdo aquel bloc de dibujo en el que coleccionaba cada una de sus facciones y aquellos versos que se rompían al caer la noche y que cobraban vida cada amanecer. Lo recuerdo, recuerdo el irme a la cama con sus mejillas en mi cabeza y con mil sueños por cumplir desnudos y temerosos correteando por mi mente. Recuerdo el agarrarme a la almohada como única forma de no sentirme tan dolorosamente solo y...quebrado, difuminado, pequeño, extraño. ¡Ay, cuántos suspiros se me escapan ahora que lo recuerdo todo!
Pero, una noche todo cambió. A los que me rodeaban les daba miedo mi inconformismo y mi constante mirada perdida imaginando algo mejor. Creo que de verdad empezaron a tomarme en serio tras esa conversación, esa conversación en la que hubo lágrimas, gritos y muchas, muchas negaciones. Fue triste, fue terriblemente triste para mí, pues sabía que ellos, los que me rodeaban, me querían y se preocupaban por mí y que por ello querían matar a esos pájaros alegres y coloridos de mi cabeza. Ése, ése era el camino fácil para ellos, que no querían verme sufrir en un futuro por culpa de sueños inciertos. Así que una noche, mientras dormía perdido en las pocas ganas de soñar que tenía, los que me rodeaban lanzaron una bandada de buitres enfurecidos y hambrientos contra mis mansos y dulces pajarillos. Los buitres acabaron con mis pájaros que, ya muertos, fueron enterrados en lo más profundo de mi corazón para permanecer ahí por siempre.
Recuerdo que a partir de esa noche realmente fui consciente de todo lo que me rodeaba. Fui consciente de todas las tonterías que antes llenaban mi cabeza y me sentí tan mal que sólo podía llorar y llorar. Recuerdo haberme tirado en la cama durante una semana entera y no ser capaz de hacer nada más que pensar en ella y en mi futuro imaginado como si de algo horrendo se tratase. Empecé así a odiar todo lo que antes amaba, incluso empecé a odiarme a mí mismo por ser quien había sido. Los que me rodeaban, claro, estaban orgullosos y tranquilos. Por fin había caído en las redes de su mediocridad, ya no podría sobresalir ni ser realmente feliz, pero tampoco podría equivocarme y perderlo todo por algo que realmente me hubiera hecho feliz. Así, totalmente normalizado y conformista, jamás sufriría las consecuencias propias y dolorosas de luchar por lo que se quiere.
Y todavía hoy, varios años después de aquella noche, puedo seguir escuchando un débil y enfermo latido dentro de mí. Un latido que me hace recuperar la esperanza de que aquellos pajarillos no estén muertos del todo, un latido que me hace temblar de miedo y emoción.

Los peores buitres los envían aquellos que más nos quieren.



viernes, 31 de mayo de 2013

Duermo para estar contigo.

Tan sólo buscaba un abrazo en medianoche que me curara los fracasos. También unos labios que se bebieran mis lágrimas y pronunciaran con dulzura palabras de consuelo. Buscaba envolverme en unos brazos de terciopelo y, para qué mentir, si ya sabes que te buscaba a ti. Siempre buscando una de tus caricias, de tus besos en la mejilla. Siempre regresando al mismo punto de antes, siempre tratando de ocultar la tristeza con un recuerdo de tu sonrisa. Y siempre con esa manía de buscar versos que describieran cada parte de tu cuerpo. Siempre esperando encontrarte en cada vaso de zumo de naranja, en cada biblioteca pública, en cada calle de la ciudad.
Tan sólo buscaba soñar contigo cada noche, dormirme y que tú estuvieras ahí, que me abrazaras y me dejaras descansar en tu pecho, aspirar tu aroma y derretirme con tu olor. Sentir el latido de tu corazón, lento y rítmico, sentir en mi cabeza a tus labios sonriendo y sentir las caricias de tus dedos en mi mejilla. Quería que me dejaras formar parte de ti, que cada mañana te levantaras y buscaras leer unos versos que hablaran de mí. Buscaba en ti lo que jamás encontré en mí. Y qué error. Y qué maravilla.

Y ahora qué me queda cuando las luces de las calles ya se han apagado y Mayo se acaba con este frío que hiela el Sol. Y ahora qué me queda cuando tu corazón ya ha sido robado y el mío llora, triste por no ser su ladrón. Y dime, dime ahora que me queda cuando se acaban los días y las mañanas.
Y ahora qué me queda si es el mar el único que quiere acariciarme con su brisa, si son los poemas lo único que me fluye por las venas.


domingo, 12 de mayo de 2013

Con esa ternura tan, tan y tan tuya.

Te vas y lo dejas todo lleno de ti. Te vas, dejando en las calles el vacío de tus horas muertas, dejándote, abandonándote en cada suspiro que me acaricia. Y en cada amanecer te encuentro, enredado en mis sábanas, tu olor en mi piel y tus brazos rodeándome con esa ternura tan, tan y tan tuya. Y cuando anochece te vas, dejándome sola de nuevo, con la calidez de tus manos en mi cuello, con tus palabras hechas versos resonando en mi mente una y otra, una y otra vez.
Y te vas, ya lo sabes, te vas y lo dejas todo perdido, todo patas arriba de nuevo. Te vas y me toca recoger todo este desorden, los sentimientos rotos a la puerta de tu casa, las cáscaras de corazón y las lágrimas doradas.
De vez en cuando me envías sonrisas embotelladas en versos camuflados cuando me miras, de vez en cuando me recordarás, supongo, y pensarás que soy especial, que nunca viste una mirada tan transparente y leal. De vez en cuando, digo, abrirás de nuevo tus puertas al pasado y verás así a la felicidad despidiéndose en la estación de ese tren que no te atreviste a coger. Y, repito, de vez en cuando sacarás tu guitarra y cantarás a montañas poetas y a poemas inocentes que no valen un comino. Y da igual, pienso, con tal de que sepas que yo soy su autora, con tal de que sepas que estaré ahí a tu lado. Siempre.


domingo, 21 de abril de 2013

Para ti, que creíste en mí.

Gracias por quererme, por no dejarme caer. Por convertir en risa los días de lluvia, por llenar de sonrisas las horas vacías de las mañanas dormidas. Te doy gracias por saber estar a mi lado, por no tener miedo a mis lágrimas, por curarme todo con tus abrazos. Te doy gracias, agradezco profundamente que me hayas escuchado, que me hayas sabido comprender, que hayas sido capaz de sostener mi mirada y bañarla de felicidad. De veras, agradezco cada momento, cada palabra especial que sólo yo entendí y que sólo tú fuiste capaz de pronunciar. 

Gracias por quererme, por confiar en mí. Por seguirme y orientarme, por contar cada paso que doy y saber medirlos y aconsejarme. Gracias por tu cariño infinito, por tus caricias y besos. Gracias por hacer de la cuesta que me toca subir de aquí en adelante un camino menos tortuoso. Agradezco las lluvias de ilusión y amor que hacías caer sobre mí cada día gris, agradezco que me leyeras, agradezco que me ayudases a soñar y a amar cada vez más la escritura.

Gracias por creer en mí cuando los demás tan sólo pensaban que era una ilusa, por centrar tu atención en mí y no dejarme sola e incomprendida una vez más. Gracias por lo que me ofreciste, que fue todo.

Gracias, mil millones de gracias y, pido perdón si algún día mi mirada no supo devolver todo el cariño que la tuya me ofrecía. 

Ojalá te vaya bien, ojalá nos vaya bien.



Y gracias a ti, que me lees y valoras lo que escribo. 
Gracias, significa mucho para mí.

sábado, 23 de marzo de 2013

Las letras no me cansan, pero me siento vacía.

Eran días bellos y tranquilos. A través de la ventana el cielo adquiría un azul pálido y bebé y todo lo demás desaparecía y era tragado por su belleza cristalina. El viento, las ramas, los susurros, el invierno y las lluvias se desvanecían poco a poco y una inquietante paz lo envolvía todo. Eran tiempos rotos y blancos, llenos de esa bella tristeza que te hace sonreír y que te ata a las sábanas y a los versos. Eran tiempos templados y planos, carentes de emociones y aventura.

Él no estaba allí. De hecho no había un él al que otorgar ese nombre. En mi imaginación, por supuesto, sí que existía y permanecía callado y sonriente, lleno de ternura y cariño que regalarme. Sus ojos eran como el musgo y sus labios, rosados y carnosos. Él no se desvanecía como el viento, las ramas, los susurros, las lluvias o Febrero; él guardaba su puesto en mi cabeza entre los recuerdos que debería olvidar y los nombres de los autores trágicos más representativos. 

"Tu mirada me hace temblar. No puedo parar de temblar cuando te recuerdo y es que continuamente estás aquí, tan cerca de mí. Siento tus caricias, el roce de tus labios, el calor de tu voz y las miradas que viajan más allá. De mil maneras me gustaría decirte todo esto, si pudiera. De mil maneras diferentes me gustaría contarte todo lo que se me pasa por la mente y no puedo escribir. Las letras no me cansan, créeme, pero (sin ti) me siento tan vacía."

Eran tiempos bellos que jamás deberían ser olvidados. 



domingo, 10 de marzo de 2013

Farewell. (Always)

"Do not pity the dead, Harry. Pity the living and, above all, those who live without love."
J.K Rowling. (Albus Dumbledore.)



Hace frío y te recuerdo. Te recuerdo triste, gris y callado. Recuerdo tu cuerpo, el cual no pudo aguantar más y decidió dormirse. Decidió dormirse para siempre. Sí, te recuerdo así, como una marioneta vieja y descolorida a la que el tiempo la dejó sin fuerzas y marchita. Te recuerdo viejo, aburrido. Te recuerdo de mil maneras y de mil colores. Recuerdo tu sonrisa, el movimiento de tus brazos cuando te explicabas, el color de tu largo pelo, el azul de tu mirada, el frufrú de tus ropas al caminar, el arrastrar de tus zapatillas contra el suelo, tu carraspear, la luz que te iluminaba, el amor con el que nos acariciabas al hablar.

Hace frío, no te olvido. No olvido el invierno en tus pestañas, el rojo de tu nariz y tus largas uñas. No olvido tus arrugas, el hoyuelo en tu mejilla, la mueca que hacías al sonreír. No lo olvido, no olvido tus sabias palabras y tu barba rizada y canosa. No, no olvido nada de todo lo que nos ofreciste. Nada de todo lo que, sin quererlo, nos has arrebatado.

Viaja y vuela. Prométenos que ahora por fin serás libre. Alcanza las nubes y conviértete en luz brillante y hermosa. Alcanza la luna y pídele de mi parte que alumbre con más intensidad estas noches, que sustituya, si es capaz, la luz que tú nos ofrecías. Y alcanza el infinito en este viaje, recorre las estrellas rápido para que, con el tiempo, puedas convertirte en una de ellas.

Susúrranos desde el cielo cada día, ámanos desde allí. Ojalá tu viaje no acabe nunca, ojalá seas tan feliz que las lágrimas se derritan en tus iris, ojalá... Ojalá consigas todo aquello que aquí te fue prohibido.
Por favor, no dejes jamás de brillar. 
No dejes jamás de amar.




viernes, 1 de marzo de 2013

Sonrisas causadas por el brillo de tu oscuridad.


El cielo era un inmenso vacío aquella tarde. Las grises nubes y el viento frío y tranquilo me susurraban a los oídos con voz cristalina: "Todo saldrá bien, no tengas tanto miedo." 
Pero la playa estaba tan llena de vacío y sin sentido que llegaba a doler. Las olas rompían contra la orilla con fuerza y las gaviotas planeaban con elegancia y tristeza por encima del mar, desahuciadas de algún lugar más bello y hermoso que éste, desahuciadas de los cielos azules y claros prometidos por la felicidad.

Y tú, tú con todas tus letras y significados; 
tú, con todos los sentimientos que ello conlleva; 
tú, caminante de sueños rotos;
tú, hermano de Soledad y padre de Tristeza;
tú, llenándolo todo de rosas y versos;
tú, sólo tú.

Y tú ahí estabas con el corazón tan abierto que el mundo entero podría caberte en él. Estabas ahí, con los brazos extendidos y una sonrisa dibujada en la mirada. Estabas y nada más, eso era suficiente.
Y la distancia entre tú y yo se fue acortando cada vez más, por arte de magia, como si el mar nos empujara y nos hiciera estar cada vez más juntos. 
Podía sentir tu respiración en mi cara, tu pecho rozaba el mío y la punta de tu nariz tocaba levemente la mía. Susurraste algo, no sé el qué, pero era bonito. Y, entonces, tus labios rozaron los míos con una suavidad y una ternura que hicieron que todo mi cuerpo se derritiera a fuego lento. El tiempo se detuvo una eternidad tan corta como la duración de ese primer beso al que le siguió otro más. Tus manos se apoyaron en mi cintura y tus labios viajaron de mi boca a mi cuello con tal sutileza y delicadeza como si de plumas se tratasen. 

No existía nada más en el mundo, 
nada más que ese beso y tus ojos color musgo cerrados en la más profunda oscuridad. 
Nada más que los susurros incesantes de las nubes, el viento y el mar.

No podía sentir nada más que un temblor de emoción recorriendo cada poro de mi piel, 
nada más que tu sonrisa bajo mis labios, 
nada más que tus dulces caricias y palabras.

Te quiero tanto.

domingo, 10 de febrero de 2013

Sé valiente y descubre la magia del mundo que te rodea.

La pequeña niña entró en el dormitorio con una inocente sonrisa en su rostro y con un vaso y una aspirina en las manos. Su abuelo estaba echado en la cama, tapado con varias mantas y con la mirada fija en el techo de su habitación. Cuando notó la presencia de la pequeña en el dormitorio, giró la cabeza lentamente y sonrió.
-Llevas un vestido precioso, Clara. -le dijo con dulzura.
La niña sonrió, pero no dijo nada. Se sentó al pie de la cama y posó el vaso y la pastilla en la mesilla de noche de su abuelo.
-Mamá dice que debes tomártela para estar mejor. Dice que si te tomas una cada día durante toda la semana, te recuperarás y podrás salir a la calle, ver a tus amigos y pescar de nuevo, como antes. Mamá dice que no hay otra solución, abuelo. ¿Te la tomarás?
-Gracias, Clara. Y sí, claro que lo haré, pequeña. Eres muy buena.-dijo y acompañó sus palabras con una caricia en la cabeza de la niña.
-Abuelo, en el colegio, la maestra nos pidió que contásemos una historia inventada. Yo conté una historia de dragones y cíclopes malvados que se adueñaban del bosque donde habitaban unos gnomos cantarines. En clase se rieron de mí, dijeron que todo eso era mentira y que a nadie le gustaban esas historias fantásticas... -a la niña se le humedecieron los ojos cuando preguntó: ¿Tú no crees que eso sea mentira, verdad abuelo? La magia existe ¿verdad?
-Clara, pequeña, sólo los necios serían capaces de negar que la magia existe. El problema está, precisamente, en que el mundo está poblado de necios. La magia existe, sí y todos los bosques poblados de gnomos saltarines y cantarines que te quieras imaginar también son ciertos. 
Clara, tú eres aún muy pequeña y no creo que entiendas del todo cómo funciona el mundo, pero me gustaría adelantarte algunas cosas. 
Ahí, fuera del mundo de tu imaginativa mente, existe un mundo triste y gris. Los hombres sólo tenemos una preocupación que nos roba el sueño y, en ocasiones, la vida entera. Esa preocupación, pequeña, se llama dinero y es el arma más letal y sucia que le puedes entregar a un hombre. Por dinero se muere, pequeña. Por el dinero las personas se convierten en monstruos sedientos de poder. El mundo se resume en eso.
La gente no es capaz, y no sé por qué, la gente no es capaz de apreciar la belleza de las cosas. Oh, Clara, tú eres muy pequeña aún, pero llegará el día en el que crezcas y te enamores. Y créeme, entonces ya no tendrás dudas sobre la existencia de la magia. Notarás que tu cuerpo se derrite, que las pulsaciones se te aceleran, que tu boca se hace agua y que en tu estómago mil mariposas revolotean en un vals de alegría infinita. Notarás, Clara, que cada vez que veas a esa persona unas chispas invisibles se interpondrán entre vosotros y que el canto de esos gnomos de los que hablas te robarán el aliento y te dibujarán una sonrisa.
Pero sí, Clara, hay gente allí fuera que no lo entiende. Hay gente allí fuera que no cree en la magia y lo resume todo con las palabras "procesos químicos y hormonales". 
Y no sólo eso, no creas que la magia sólo está en el amor. En realidad, todo es magia. El mundo es mágico.
Cada bosque guarda en su interior un hada protectora, cada montaña murmulla en las noches palabras bonitas, en las ráfagas de viento se pueden descifrar un millón de versos, las flores no son más que bailarinas paralizadas por la fragancia de la primavera, el cielo no es más que el color azul de los ojos de una hermosa dama llamada Tierra, los peces no son más que hijos del agua y la lluvia no es más que las lágrimas tristes de los ojos de Tierra. 
Créeme, Clara, el mundo es maravilloso. No hagas caso de los necios que centran su atención en el conseguir más y más dinero. No centres tu corazón en lo gris del mundo, pequeña. Allí, afuera, un mundo maravilloso más allá del dinero y de los problemas del ciudadano necio te espera.
Sé valiente y descúbrelo, Clara. 
Sé valiente y descubre la magia.




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miércoles, 6 de febrero de 2013

"Nunca dije que me quedaría hasta el final."


"No recuerdo haber pronunciado jamás esas palabras. Nunca prometí quedarme hasta el final, pelear por la imposible tarea de abrir mentes cerradas y cegadas por lo políticamente correcto. Nunca prometí construir una amistad verdadera y fuerte. Nunca prometí pertenecer a un grupo y morir por él. 
No, esta no es mi guerra. No quiero luchar por algo que ya está perdido. Quiero luchar por mí, por mi futuro, por lo que me llena y por los que quiero. No quiero luchar por ignorantes de cabezas huecas y corazones marchitos. No quiero que me busquen etiquetas, que me encasillen con tanta facilidad e incoherencia. 
No busco ser diferente ni llamar la atención. No busco ser comprendida ni querida, con la aceptación e indiferencia me sobra. No busco nada más que sinceridad, honestidad y valor. ¡Valor! Quiero gente de verdad a mi lado. No quiero cinismos, ni sonrisas fingidas, ni amargos buenos días. Quiero la verdad ante todo y que se callen sus frivolidades. ¡Qué se callen para siempre!"

Afuera llovía. La noche enfriaba la ciudad y ella escribía sin pausa desde su cama. Alguna lágrima quiso resbalar, caer desde su mirada y acariciar su rostro. Ella no lo permitió. Ella ahora es de hierro. Es fuerte y sabe reprimir una llantina. Sabe escuchar su canción, cerrar los ojos y no pensar. Sabe vivir sin el abrazo que desea. Sabe lo que es la soledad y no le tiene miedo. La ha acogido y cada noche se duerme a su lado guardando en sus labios esas palabras que quizás duelan demasiado decir.

Ella por fin sabe lo que hay que hacer cuando uno quiere desaparecer por completo. 
Sabe escuchar su canción, cerrar los ojos y no pensar.

"But I never said I would stay to the end
So I leave you with babies and hoping for frequency
Screaming like this in the hope of the secrecy
Screaming me over and over and over
I leave you with photographs
Pictures of trickery
Stains on the carpet and
Stains on the scenery
Songs about happiness murmured in dreams
When we both us knew
How the ending would be..."
Disintegration  - The Cure.

jueves, 24 de enero de 2013

El lado vivo de la Morgue.

Sus dedos largos, delgados y pálidos acariciaban con lentitud y dulzura triste la pared blanca y sucia. Sus ojos se perdían en sus uñas negras mal pintadas y sus labios ligeramente morados temblaban de un frío inexistente. Y sus pies, largos y desnudos, se movían con nerviosismo bajo las mantas, expectantes, esperando que su cuerpo reaccionase de una vez y pudieran huir de ese lugar, de ese miedo constante.
Alzó por primera vez en días la mirada hacia el techo gris y viejo, sucio, lleno de telarañas y humedades. Pensó por un momento en aquellos poemas que recitaba por la noche y unos versos rotos se aparecieron en su mente, como una llamada de atención ante la inminente autodestrucción de sus órganos:

Bailaban en el desfile negro, 
las almas, los colores,
las flores, los muertos,
tu mirada.

Despegó las manos de la pared y apoyó con suavidad el brazo en el colchón de la pequeña cama vestida con frías y blancas sábanas de algodón. Empezó a tamborilear con los dedos un ritmo torpe y aleatorio y en su cabeza cada golpecito se disfrazaba de palabras de ánimo y amor que nunca fueron dichas. Y más versos enfermos acudían a su mente, sueltos, perdidos, sin sentido ni dueño:

¡Qué hipocresía la de los hombres!
¡Qué amor el de las plantas!
Regálame cactus, enredaderas,
arbustos de todo tipo, amor, 
pero jamás, jamás me regales
tu humano corazón.

En aquella blanca habitación las paredes parecían moverse, las camas parecían cabalgar y las ventanas parecían estrecharse convirtiéndose en ventanucos por los que no entraban, ni siquiera, las pequeñas crías de los cuervos. Intentó taparse, cobijarse más en sus mantas y sábanas, pero el frío y los mareos no cesaban y de repente se sintió tan solo que quiso llorar y enredarse aún más en sus atormentados pensamientos y sentimientos, abrazarse con furia a la almohada, gritar que odiaba vivir y susurrar a Dios, si es que existe un ser llamado así, que cesase el dolor. Que todo dejase de existir por un momento, que su corazón se parase por unos segundos, que la sangre se renovase y oxigenara, que sus piernas aguantaran de nuevo su peso, que sus labios recobraran el color rosado de antaño, que sus manos no temblaran, que cesase el frío, y el dolor.

Te echo de menos, pequeña,
tu forma de paliar la melancolía, 
las risas y el olor de tu champú.
Te echo de menos, pequeña,
jugar en la ducha, robar besos a la tristeza
tu pelo enredado en mi nariz, 
los abrazos eternos,
las medianoches luminosas...
...el olor de tu champú.

Cerró los ojos y dejó que el mundo acabara con él lentamente y con amor. Se dio por vencido como una hoja en pleno otoño, como un marinero ante el canto de una sirena, como los versos caídos de los grandes poetas.
Se tumbó tranquilo, temblando y con el ritmo de unos últimos versos resonando en su mente como una canción de despedida alegre y pegajosa.

Adiós, y me voy.
No volveré, nunca he estado aquí.
Adiós, y me voy.
No me esperes, cena sin mí.


lunes, 14 de enero de 2013

Odio, vacío, incoherencia y demás cotidianidades.

Dejé por un momento que todo sucediera de la manera más natural posible. Respiré e inspiré, me relajé, bebí agua y me prometí no llorar. Y ya está, todo pasaría y nada en realidad ocurriría. Todos pasamos por un momento así de vez en cuando, todos nos hemos odiado en algún momento ¿Verdad? Es absurdo tener miedo por algo así, el odio hacia uno mismo es bastante lógico. El rencor por lo que debiste hacer y no hiciste, el sentimiento de no ser absolutamente nada respecto a otros, esa angustiosa sensación de no ser lo suficientemente bueno en lo que te gusta y creer que jamás conseguirás tus metas es tan humano como respirar. Dios, debería relajarme. Bien, beberé agua de nuevo, escribiré unas cuantas palabras más y me acostaré de tal manera que las mantas me tapen por completo. Ojalá pudiera ser invisible, pero no sólo para los demás, no, para mí misma también. ¿La muerte es algo así, no? Ser invisible para los demás y para ti, claro que, hay que contar con los recuerdos, los sentimientos y demás bazofia humana...En fin, poco importa.
Ya es de noche, y es curioso qué rápido pasan los días, como estrellas fugaces con ganas de huir de algún lugar imposible. 
Ángeles caídos sin rumbo, y una dulce música.
Estrellas sin nombre, y tus palabras vistiendo el cielo.
Canciones de amores muertos, y tú, riéndote desde tu tumba
Eterna sensación de vacío sin sus besos, y tu llanto silente.
Nada con lo que llenar las tardes, nada sobre lo que llorar ni reír, y tu capacidad de colorear las noches.
Nada más que palabras cansadas de mí, y tus poemas clavados en mi corazón.

Bien, sí, ya estoy mejor. Tonterías sin importancia, ya sabéis, se me había vuelto a caer el disfraz. Un sorbo de agua y esta última canción y sí, creo que sí, con esto valdrá para disfrazar de nuevo mi sonrisa. 
Mañana todo irá mejor, me lo prometo. 

martes, 8 de enero de 2013

"And I walk alone."

La carretera es larga, tan larga que el final no se puede ni atisbar. Las luces se han apagado y un frío y terrorífico Enero sonríe con maldad a través del follaje que no me permite ver más allá. Mi sombra se funde impaciente con cada obstáculo que me encuentro en el camino y, luego, cuando se percata de lo difícil que es vencerlo, huye y me deja sola de nuevo.
La noche es larga y los rascacielos de esta enorme ciudad parecen querer atraparme entre sus dientes y aplastarme con sus inmensos cuerpos. Me hacen sentir pequeña e insignificante, apenas alcanzo a poder ver más allá de su oscuridad. Me tapan el cielo. Me tapan las estrellas. No soy capaz de romperlos, derribarlos, quemarlos, destruirlos, hacerlos invisibles a mis ojos. 
Todo parece superarme estos días fríos en los que recorro estas calles y estas carreteras hechas de sueños rotos con la esperanza de ver el final, de ver esa luz eterna de la que hablan los poetas y las canciones con final feliz.
El viento y sus ráfagas furiosas me azotan y me impiden seguir el camino. La lluvia y las tormentas son demasiado fuertes y no puedo, no puedo continuar. Soy tan débil, tan cobarde, tan hecha de dolor y mentiras podridas, tan gris y vacía que sé que no podré abandonar nunca esta carretera, este hogar frío y desolador que me come y me atrapa como la más vil y dura de las drogas.
Nunca podré deshacerme de estos fantasmas que ríen mientras lloran. Nunca seré capaz de encontrar esa luz que brilla en mi interior y cuya ausencia me quema por dentro. 



Me cruzo de brazos ahora y te espero. Y camino sola, como siempre he caminado. Mi cara carece de expresión, el frío la ha congelado. Mírame ahora y dime qué ves. ¿Ves algo parecido a lo que solía ser?