domingo, 30 de octubre de 2011

To the Sky.


Su sonrisa no debería desaparecer jamás.- le digo al cielo. Nunca permitas que su risa se apague. 
No permitas que su vida se desperdicie, así, como yo desperdicié la mía. Pero por su sonrisa, siempre por esa dulce sonrisa.
Y sus ojos ¿Qué he de decir de ellos? Por favor, jamás dejes que su luz desvanezca, haz que esa llama permanezca encendida y derrita el marrón chocolate del que están hechos sus iris.
Cielo, azul cielo, sabes que estoy sufriendo. Esta angustia que me lleva. Esta pena que nace en mi tripa y sube hacia mi garganta. Esta impotencia.
Cielo, frío cielo, sabes que es por él. Sabes que le echo de menos. ¿Acaso no percibes esta rabia? La rabia de no haberlo hecho bien. 
Pienso que ahora le podría estar sosteniendo entre mis brazos, acariciando su sedoso pelo negro y besando su mejilla.
Podría tener mi cabeza apoyada en su pecho, perdida entre los olores de su ropa y su piel. Podría tocar su nariz con la mía y sonreír con ternura.
Cielo, oh azul y cruel cielo, sabes que lo intento pero no puedo. El olvido es imposible.
Ya no hay nada que pueda hacer. Nada más aparte de mirarte y llorar.
Le echo tanto de menos, no te lo puedes imaginar. Es sobrehumano, incomprensible.

Haz que vuelva, por favor, te lo suplico.

jueves, 27 de octubre de 2011

Yours.


Sé que me recuerdas. ¿Cómo ibas a olvidar a esta extraña enamorada?
Y cuando lo haces, sonríes y ella te pregunta acariciándote la cara: "¿En qué piensas? ¿Por qué sonríes?"
Entonces elevas tu cabeza, miras al cielo y con la sonrisa todavía en la boca dices mintiendo: "En nada" y la besas con ternura.
Pero en tu mente siguen mis ojos verdes, mi sonrisa, tu recuerdo.

¿Cómo piensas olvidarme?

lunes, 24 de octubre de 2011

Desvaríos producidos por un tardío otoño.

Y los pajaritos cantan en la penumbra de esta velada nocturna.
Yo y conmigo nos lo estamos pasando realmente bien. Canción por aquí, canción por allá, una chuchería infantil y una herida en el labio inferior.
Estoy esperándote, pero no das señales de vida. Tenía la esperanza de que tus palabras rompieran esta agradable reunión de sentimientos.
No lo han hecho.
Lo extraño es que los pajaritos siguen cantando. Me asomo a la ventana, y observo durante unos segundos, atenta a cualquier signo de que un ave aparezca.
No lo hace.
Sólo el viento que revuelve las melenas de ese árbol casi calvo y un nostálgico aroma a castañas asadas.
Otoño.
Es posible, al fin y al cabo que imaginara el canto de esos risueños pajaritos. Es extraño ¿verdad?
¿Decías algo, conmigo?

Photography Images


Sé fuerte. Te quiero.


sábado, 22 de octubre de 2011

Un loco por la música.

El cielo siempre era azul para él, de hecho siempre decía que las nubes eran simples bromas del cielo para que pensásemos que el invierno llegaba.
Para él no existía la tristeza ni la nostalgia, siempre decía lo mismo: 
"He sufrido tanto en el pasado, que ahora, incluso la muerte me parece un chiste."
Sonreía a menudo y te regalaba chistes malos en cualquier momento. Siempre te sacaba una risa tonta, una mueca de alegría.
Siempre vestía ropa oscura y rara vez se peinaba, excepto los sábados cuando iba a ver a su camarera favorita, Mariela, al bar de la esquina. Entonces, incluso se perfumaba.
Era un hombre bondadoso y fiel. Los poros de su piel expulsaban generosidad.
A ojos del mundo era un hombre normal, un hombre de pelo largo y aliento de olor a tabaco como otro cualquiera.
Pero yo sé que no era así. Para mí ese hombre seguidor de los peores equipos de fútbol y amante secreto de una jovenzuela camarera era un hombre especial.
Y es que ese hombre era un loco. Un loco por la música.
Sé lo que hacía cada tarde al llegar del bar con olor a tabaco y perfume vulgar de mujer. Sé lo que hacía porque le acompañaba a menudo.
Se sentaba en su butaca de cuero negro y se quitaba las botas. Entonces, inconscientemente empezaba a tararear canciones de rock, una distinta cada día. 
Se levantaba de su butaca aún tarareando y se acercaba a una gran estantería llena de vinilos. Leía los títulos de cada álbum, sin excepción y acariciaba algunos con la yema de los dedos. Si le transmitían buenas vibraciones lo cogía con la delicadeza del aleteo de una mariposa. 
Después de esto me miraba y sonriendo decía:
" Éste, sí, éste es el que quiere contarnos hoy su historia. Escuchemos atentos, parece que desborda sentimientos."
Entonces con cuidado e incluso con ternura lo sacaba de su funda y lo miraba con dulzura.
Se perdía en los brillos de su superficie durante minutos y le susurraba cosas como:
"Sí, amigo, sí. Te comprendo muy bien..."
Cuando acababa de dialogar con él, lo colocaba con extremo cuidado y precisión en el tocadiscos que se encontraba en una estantería alta y solo, sin nada que lo rodeara.
Entonces comenzaba el sufrimiento para él. Cogía la aguja y con la mano temblándole la colocaba, resistiéndose, en el vinilo que más tarde empezaba a sonar.
Después de limpiarse el sudor y las lágrimas que esto le producía, me miraba y me decía con la sonrisa en sus labios de nuevo:
"Los surcos del vinilo son como nuestros corazones. Sirven para clavar agujas que dañan nuestra superficie e incluso a corto plazo nos hacen débiles. Pero esas agujas hacen que tengamos un corazón más profundo y resistente. A los vinilos no les gusta que les clavemos la aguja, pero saben que es la única manera de que su belleza se note, de que su música suene."
Entonces callaba y cerraba los ojos dejándose llevar por la música y sus recuerdos.
Yo le observa con admiración y entusiasmo. Era un ídolo, un hombre admirable.
Cada día repetía el mismo proceso con distintos vinilos, con historias diferentes.
Era un loco, un loco por la música. Un loco por vivir.


viernes, 21 de octubre de 2011

Cansancio.



Vale, me rindo. Ya está. Estoy cansada de resguardarme bajo un paraguas imaginario que me ayuda a esquivar las lágrimas inevitables.
No quiero más.
No quiero pensar si A o si S, si N o si A. No quiero pensar en las ventajas e inconvenientes, romperme la cabeza y de paso el corazón.
Me rindo, aquí me tienes, llorosa y sincera. Aquí estoy, con el corazón desnudo.
Has derribado mi fortaleza.
¡Dichosas palabras bonitas al anochecer! ¡Dichosa alegría al leerte!
Me has confundido de nuevo. Me has hecho recordar que existe.
Pero lo peor es que me has hecho recordar lo mucho que le extraño y lo poco que me quiere.

Ojalá no fuera tan tímida. Ojalá la suerte me diera otro beso de esquimal, una última oportunidad.



martes, 18 de octubre de 2011

Cartas jamás enviadas (VIII)

                                                     Un día de Octubre en el lugar equivocado, como siempre.
Amado desconocido:
Debo pensar antes de escribirte. Debo medir bien mis palabras, resolverme entre tantas y encontrar las adecuadas. Debo hacerlo bien...
No te quiero, pero te echo de menos. Puede resultar contradictorio, pero esa es mi vida, así me podrás conocer mejor.
No quiero verte, pero quiero mirarte por un largo tiempo. No quiero besarte, pero tus labios encima de los míos me harían sentir como si danzara con los ángeles.
Te repito de nuevo, cariño, fuiste un gran error. Un dulce error, una amarga equivocación.
Si tú no existieras posiblemente no estaría aquí, ahora, en el lugar equivocado, a la hora equivocada.
Si tú no existieras no vestiría mi cuerpo de negro ni escucharía esta música. Bueno, en realidad sí lo haría.
Pero ¿acaso importa ya? Existes, desde luego.
Existes, no cabe la menor duda.
Existes, luego ¿existo?

En el lugar equivocado con muy poco cariño y mucha añoranza,
La chica de ojos verdes.




P.D: Te dedico esta canción, amado desconocido. No sé por qué.
Simplemente me gusta y de todos modos no la escucharás jamás. Cosas de la extravagancia...

lunes, 17 de octubre de 2011

Thunder Road, 1975.

Una armónica y una guitarra. Una maleta con un solo diario y una camisa a cuadros vieja. Un sombrero de paja y unas botas de motero.
Un largo camino y una única oportunidad.
Su banda sonora, la canción más bella del mundo: Thunder Road, Springsteen.
Sus lágrimas, recuerdos de un pasado lejano.
Como único sentimiento un salvaje inconformismo y una loca y dulce incertidumbre. Sólo eso.
Promesas rotas, sueños olvidados, fantasmas que huyen y una cara joven y cansada.
Poco de comer y mucha hambre; poco de beber y demasiada sed.

"Así que sube, Mary. Esta ciudad está llena de perdedores y yo me largo de aquí para ganar"
                                                                             Bruce Springsteen, 1975.


"Con mi pocos años de existencia pocos consejos puedo dar. Pero te daré uno, el único del que estoy segura y que te puede ayudar: Huye, cuánto más lejos, mejor. Que nadie dirija tu vida, conduce tu moto, elige tu carretera."

domingo, 16 de octubre de 2011

I know it's over.

Sé que se ha acabado. La naturalidad de tu mirada,  la perfección de mis sentimientos hacia ti.
Esa claridad con la que los hechos surgían, diciéndome que él no me quería.
Pero también se ha acabado la poca fe que tenía en que me quisiera.
Sus ojos, inolvidables, con ese lunar al final de su mirada felina. Y su sonrisa. Su sonrisa lo fue todo, realmente me hizo perder lo poco que tenía.
Le quise, le quise tanto. Es que de verdad, me gustaría que las palabras surgieran con más fluidez, pero no lo hacen.
Cada vez que lo recuerdo mis palabras se tornan torpes y por eso, por eso podéis averiguar lo mucho que le quise.
Esas manos acariciándome la cara, su cara de preocupación al ver rodar por mis mejillas esas lágrimas de confusión.
Sus abrazos, los que siempre quise y nunca tuve. Su espalda ancha y cálida.
Sus palabras pacientes, esa confianza que tenía en que yo le sacara de un apuro. Y lo hacía, sí, más de una vez le conseguí sacar una sonrisa en momentos oscuros.
Y creía estar en el cielo cuando su brazo rodeaba mis hombros y el dorso de su mano rozaba mi mejilla para demostrar el frío que tenía en esos días de Febrero. Y yo, entonces me apartaba, aunque en realidad deseara quedarme así durante horas.
La profundidad de su mirada clavada en mis ojos que me incomodaba y me hacía sonreír con timidez.
Sé que se ha acabado, nunca sentiré de nuevo ese amor. Aunque quisiera y lo deseo.
Lo sé, lo sé.
Pero aún así, supongo que habréis adivinado lo mucho que me importa, lo mucho que me gustaría rozar su mejilla con mis labios.
Supongo que habréis adivinado que sé que no se ha acabado, que le quiero, que me importa tanto como mi vida.
Supongo que habréis adivinado que después de todas estas palabras y florituras todo se resume en un simple, vulgar y más que repetido y carente de significado Te quiero.


Robert Smith y Simon Gallup, Never Enough.


Nacimos para estar juntos, para ser uña y carne. O eso o el destino me odia.





                                                               

sábado, 15 de octubre de 2011

I love you but I´ve chosen darkness.

En este mundo perfecto, el lugar perfecto es junto a ti.

Suena y resuena esta canción. Llena la habitación de acordes y golpes de batería profundos. 
Descubro lugares insospechados, desconocidos por mí hasta ahora.
La oscuridad se apodera de este antro donde la fe voló hace tiempo.
Huele a noche, el aire que se cuela por la ventana medio abierta revuelve mis cabellos y en un torbellino de energía me encuentro bailando bajo los rayos de luz lunar que consiguen entrar.
Esta canción no deja de sonar y este recuerdo no me para de golpear.
Quisiera abrazarte de nuevo, susurrarte que no me iré. Pero es demasiado tarde, hace tiempo que me alejé de tu lado. Hace tiempo que cambié.
No merezco tu mirada dulce sobre la mía. Tu olor exquisito y tu sonrisa blanquecina.
Ya no visto vestidos rosas, ya no calzo bailarinas de colores. 
Ya no juego a llamar la atención con risas tontas, ya no escucho canciones noñas.
Si deseas encontrarte conmigo de nuevo, búscame en ese sucio antro punk. 
Te estaré esperando.

Te quiero, pero la oscuridad se apoderó de mí. Ya no soy lo que era, no te convengo.


viernes, 14 de octubre de 2011

Una canción de The Smiths y sólo queda huir.

Realmente lo sé. Después de mi poca suerte y de los caminos llenos de escombros, he aprendido a menguar esta sensación de fracaso.
Conozco la sensación de incomprensión y el nudo de la garganta que más tarde hace llover lágrimas.
Los sueños suelen ser la causa.
Y es que soñar hoy en día es de valientes, pero luchar por hacer realidad cada sueño es, me atrevo a decir, de suicidas.

Odio esta sensación. Esta sensación de incomprensión y carencia de apoyo.
Y es que son tiempos difíciles para soñadores.


Algún día huiré de aquí y de único equipaje me llevaré un bolígrafo y un papel. Y como única compañía una canción de The Smiths.


Y ya os aviso, no me busquéis, de todos modos, no me encontraréis.


P.D: Me considero suicida.


martes, 11 de octubre de 2011

Cartas jamás enviadas. (VII)

                                                                        Un día de Octubre con olor a viejo, a muerte.
Amado desconocido:
Es como si no existieras. En el lugar donde antes solía estar tu nombre ahora hay un espacio en blanco, una mancha de olvido.
Los corazones que bailaban alrededor de tu foto ya no bailan, es más, ya ni siquiera hay corazones.
Los recuerdos que aplastaban mis pensamientos y me apabullaban se han esfumado. Ya no queda nada o casi nada.
Es cierto que de vez en cuando apareces, indiferente, risueño o apartado. Pero tan sólo de vez en cuando.
Tu sonrisa se apodera de mí durante unos minutos, me nubla y después vuela.
Como si nada hubiese pasado, como si no existieras.

Respirando olvido y muerte,
La chica de ojos verdes.




Descansa en paz.

sábado, 8 de octubre de 2011

The Last Day.

En un momento la vida se te puede ir. A ti, a mí, a cualquiera. No importa la edad, las experiencias vividas, la bondad o la inteligencia. Mañana podrías ser tú el que se aleja con el viento a algún lugar desconocido por todo ser vivo.
Puede parecer duro, quizás pesimista pero no por ello deja de ser cierto. Mañana podrías ser tú, quizás hoy.
Puede que seas el próximo en cruzar una carretera escuchando tu canción favorita y un coche, en menos de un segundo te arranque la vida. Puede que esta sea la última palabra que leas o el último latido de tu corazón.
Después sólo quedará dolor para tus seres queridos y un eterno viaje para ti.
Y todo esto en menos de un segundo.


"En memoria de H.D.C, no te conocí, pero podría haber sido tú aquella mañana dirigiéndome a clase. Aquel podría haber sido mi último viernes y desgraciadamente lo fue para ti. Descansa en paz, por siempre."



Si vives cada día pensando que será el último, algún día tendrás razón. (Steve Jobs)

jueves, 6 de octubre de 2011

Marrón, color del otoño.


Ha llegado el otoño, por fin el ansiado otoño. Hace unos días que está entre nosotros, pero hoy, por fin hoy, ha llovido por vez primera.
Para la mayoría no es importante, incluso para algunos será un horror. Pero a mí me encanta.
La sensación de las gotas mojando tu piel, las nubes cubriendo el cielo y la sensación de humedad son pequeños placeres por los que merece la pena vivir.
El otoño, con sus primeras gotas también ha traído sentimientos renacientes. Sentimientos casi olvidados, pero tan sólo casi, ya que hoy han vuelto ha nacer.
Entre ellos hay nostalgia y tristeza, también bellos recuerdos que no volverán.
Hojas secas que serán pisadas por algún niño con bufanda y guantes.
La alegría se esconde traviesa tras nubes grisáceas y vientos alocados. De vez en cuando aparece, trayendo consigo su sonrisa, pero se la lleva de nuevo dejando un simple rastro de risas apagadas.
Suavemente se mecen las ramas de los árboles susurrando canciones de felicidad e intentando ahuyentar a la tristeza y el dolor.
Es otoño, un tiempo de esperanza y olvido. Tiempo de recordar con sonrisas y de esperar tiempos mejores.
Es tiempo de abrigarse y de comer castañas asadas escuchando alguna historia de tus abuelos.
Es otoño, tiempo para dejar caer nuestras hojas marchitas, desnudarnos y aguantar el frío con sonrisas.
Feliz otoño.

"No puedes ir con cara triste por la vida, una persona como tú no se lo puede permitir" 
Gracias.




lunes, 3 de octubre de 2011

Araña bailarina.

Está acurrucada en una solitaria esquina de una vieja habitación llena de polvo y olvido. Sus ocho ojos se mueven de un lado a otro, observan, contemplan pero sobre todo buscan.
Mueve lentamente una larga pata y la dobla, así está más cómoda y entonces sus ojos vuelven a moverse despacio.
Y así pasan los días para la no tan pequeña araña de color caramelo que suspira haciendo temblar su tela blanquecina y frágil.
En la habitación cada vez había más polvo y el olor a olvido se acentuaba con el paso del tiempo. No había más que soledad y desolación, no había más que suspiros y recuerdos.
Una mañana, cuando el sol entraba por las rendijas de la persiana medio bajada, la puerta se abrió despacio.
La caramelizada araña movió sus ocho ojos en la dirección de la puerta y si hubiera podido sonreir lo hubiese hecho.
Suavemente, la arañita descendió colgada de un hilo blanco y se posó en el hombro del nuevo y primer ser vivo que entraba allí desde hace años.
Alegremente empezó a practicar sus pasos de baile. Sus patitas largas y delgadas se movían elegantemente y con soltura.
Esa araña por fin era feliz. Estaba haciendo, por fin, lo que tanto tiempo había deseado. Por fin bailaba.
Pero de repente, cuando estaba acabando su solitaria actuación, se oyó un chillido de terror y el sonido de un manotazo.
Esa fue la primera y la última vez que la dulce y caramelizada arañita solitaria actuó.
La araña bailarina murió realizando su sueño. Murió por culpa de un humano asustadizo.
Dulce arañita...

"Me gustaría añadir una foto a esta entrada. Pero no puedo. Tengo miedo a las arañas, no me gustaría entrar aquí y asustarme.
Supongo que soy de esas personas asustadizas que no se dan cuenta de los sueños de las solitarias arañitas. 
Por todas esas arañas que mueren realizando su sueño, seguid bailando, mientras podáis"

sábado, 1 de octubre de 2011

Cartas jamás enviadas (VI)

                                                                  El primer día de un caluroso Octubre.
Amado desconocido:
Tus fotografías. ¿Las recuerdas? No, claro que no.  Esas fotografías guardadas en mi cartera, arropadas en mis sábanas y bañadas en lágrimas. Las solía observar continuamente en las tardes de Agosto cuando empezó a ser imposible.
No eran más que trozos de papel, pero para mí lo eran todo. Eran trocitos de esperanza.
Las miraba durante largos ratos, a veces sonriendo y otras llorando.
Llegaron a ser un sentimiento, un sentimiento que renacía después de cada hora de melancolía.
A veces pensaba que sólo eras real en mis fotografías, que sólo existías en ellas. Eso me enloquecía.
Estuve tanto tiempo, tanto tiempo contemplando tu mirada plasmada en papel, tanto tiempo perdido esperando una sola señal.
Ojalá todo fuera como antes. Ojalá nunca hubiera roto todas tus fotografías.

Arrepentida y nostálgica,
La chica de ojos verdes.


P.D: "Si al menos hubiera pensado en las palabras adecuadas podría haber retenido tu corazón. Si al menos hubiera pensado las palabras adecuadas no estaría aquí, rompiendo todas tus fotografías"